Aneurisma Cerebral y Embolización Endovascular
Desde fines de los 80´y comienzo de los años 90´, se desarrolla en Argentina
una técnica no convencional para tratar las patologías vasculares cerebrales
por medio de la vía endovascular (por dentro de las arterias). La misma se
denominó neurocirugía endovascular y luego neurorradiología intervencionista.
La mencionada metodología se expandió mundialmente, llegando a ser en la actualidad el procedimiento de elección para el tratamiento de las patologías vasculares, malformativas o no (aneurismas, angioplastias de cuello y cerebro, malformaciones arterio-veneosas, fistulas, etc.)
En consonancia con el mundo, en la ciudad de Santa Fe, desarrollamos el único servicio (en esa época) de neurorradiología intervencionista.
En estos últimos años, hemos tratado más de 2000 aneurismas por medio de
las diferentes técnicas y estrategias para el tratamiento de los mismos,
disminuyendo la morbimortalidad de las hemorragias provocadas por la ruptura aneurismática de un 85% a un 12%.
La técnica de embolización de las patologías vasculares cerebrales nos ha permitido adquirir una mayor seguridad para el paciente, disminuyendo no solo la mortalidad sino también la posibilidad de secuelas, logrando una pronta recuperación y, por último, una menor estadía en internación.
Los aneurismas se pueden producir en personas de cualquier edad, pero son
más comunes entre los 35 y 60 años. Normalmente se diagnostican entre los
30 y 40 años y son raros durante la infancia y la adolescencia. Por sexos, las mujeres tienen más probabilidades de padecerlos, con una proporción de tres a dos.
Entre los factores de riesgo se encuentran el consumo de tabaco, alcohol y el tratamiento con anticonceptivos orales. Pero hay otros factores como los genéticos, una historia familiar de aneurismas y otras enfermedades hereditarias como el síndrome de Ehlers-Danlos, la enfermedad renal poliquística y el síndrome de Marfan.
Mucho de los afectados con aneurisma cerebral viven sin que se los diagnostique. En algunos casos se producen sin síntomas manifiestos y en otras ocasiones, hay síntomas como dolores de cabeza localizados, náuseas y vómitos, cuello rígido o dolor de cuello, visión borrosa o doble, dolor sobre y detrás del ojo, pupilas dilatadas, sensibilidad a la luz y pérdida de sensibilidad.
Hace casi diez años, se inició en la ciudad de Oxford, Inglaterra, un estudio cooperativo internacional randomizado para evaluar el impacto del tratamiento endovascular de aneurismas cerebrales con hemorragia subaracnoidea (HSA), en comparación con el tratamiento quirúrgico convencional. Dicho estudio multicéntrico, más conocido por sus siglas como ISAT (Estudio Clínico Internacional sobre Aneurismas Subaracnoideos), debió ser suspendido por su Comité Director (Steering Committee) a principios del año 2002, por considerar que los resultados parciales del mismo, ya evaluados más de 2000 pacientes, indicaban disminución significativa de eventos cuando los pacientes eran tratados por vía endovascular, lo cual planteaba serios inconvenientes éticos en seguir enrolando pacientes para su randomización.
Como todos los estudios de esta índole, sus resultados han sido analizados y discutidos a nivel mundial, ya que la misma enfermedad aneurismática cerebral y su peor complicación, que es la HSA, se acompañan de una historia natural
con altísima mortalidad, y los sobrevivientes a la misma presentan importantes
secuelas psíquicas y motoras.
El tratamiento quirúrgico convencional, consiste en la craneotomía y exclusión
del aneurisma mediante clipado microquirúrgico; si bien era de práctica
cotidiana y sus beneficios con respecto a la historia natural eran contundentes,
la morbilidad y mortalidad que acompañan al método llegaron a una meseta con pocas posibilidades de mejorar.
El tratamiento endovascular de los aneurismas, habitualmente conocido como embolización, consiste en el cateterismo selectivo del aneurisma roto y su relleno con espirales de un hilo de platino, también denominado coiling, hasta ocupar la totalidad de su interior. Logrado ello, queda eliminado el flujo sanguíneo dentro del saco aneurismático y minimizada la posibilidad de una
nueva ruptura y sangrado.
El estudio ISAT ha demostrado que el riesgo de muerte o discapacidad en un
año de los pacientes tratados con esta técnica era un 26,2% inferior al de los
pacientes tratados quirúrgicamente. Mientras que los riesgos de la recidiva tras el tratamiento endovascular son más bajos (1,2 casos por 1000 pacientes/año).